La práctica de este plácido arte marcial consiste en ejercicios muy simples, movimientos circulares, lentos y calmos que enseñan al practicante a relajar el cuerpo y la mente. Incluye técnicas como la meditación que en conjunto forman una alternativa para quienes busquen parar un momento y encontrarse con su centro y con la energía vital.
Conocido en Occidente como “tai chi chuan” o “taiji quan”, es una antigua disciplina china de origen taoísta practicada para mejorar la salud y el crecimiento espiritual que desembarcó en la Argentina hacia finales de los años 70 y principios de los 80. Tai significa “más alto, más grande”, chi es el “punto más alto, cúspide” y chuan, “puño”. Una posible traducción sería “extrema polarización”. Existen diferentes estilos de este arte marcial –el Yang es el más popular– transmitido indistintamente por hombres y mujeres.
“En China es normal ver gente practicando tai chi en las plazas, como ver gente jugando a la pelota acá. Es supercomún”. Con estas palabras, Lucas Castro, un apasionado instructor, sintetiza lo que él define como “arte”. Aunque aquí todavía no sea tan popular, está de moda practicarlo en los parques y cada vez se puede ver más gente haciendo figuras coordinadamante.
“Para el pueblo chino, el hombre está sano mientras viva en armonía con las leyes de la naturaleza. La enfermedad, dicen, sobreviene cuando el equilibrio se pierde. Ellos sostienen que el hombre no debe ser considerado como un individuo aislado, sino como parte integrante del cosmos”, explica Mariano Losi, cinturón negro de la escuela Mien Chuan y profesor en Colegiales.
Pablo Pérez Vargas, practicante e instructor, afirma: “El tai chi no tiene un límite de edad, todos pueden aprender y beneficiarse de él y hoy en día la gente mayor como se ha visto en parques y plazas es la que más acude”. Pueden practicarlo desde niños hasta mujeres embarazadas. “Según un principio osteopático, la vida es movimiento y el movimiento es vida, y si dejamos entrar este estilo de vida podría llevar nuestro ámbito muchas veces sedentario hacia algo más movido y dinámico”, agrega Pablo, que señala que con los ejercicios se mueve todo el cuerpo.
Pablo Pérez Vargas, practicante e instructor, afirma: “El tai chi no tiene un límite de edad, todos pueden aprender y beneficiarse de él y hoy en día la gente mayor como se ha visto en parques y plazas es la que más acude”. Pueden practicarlo desde niños hasta mujeres embarazadas. “Según un principio osteopático, la vida es movimiento y el movimiento es vida, y si dejamos entrar este estilo de vida podría llevar nuestro ámbito muchas veces sedentario hacia algo más movido y dinámico”, agrega Pablo, que señala que con los ejercicios se mueve todo el cuerpo.
Los escépticos deben tomar nota, porque, según sus defensores aporta beneficios múltiples y muy saludables: aumenta la vitalidad física y mental; mejora la elasticidad del cuerpo, la coordinación de movimientos, el equilibrio y la circulación sanguínea; mejora la capacidad respiratoria y el funcionamiento de los órganos; aumenta la movilidad de las articulaciones y las defensas del organismo; fortalece las piernas; reduce el estrés y mejora la calidad del sueño; disminuye la ansiedad y es de gran ayuda en el tratamiento de la artrosis, artritis, hipertensión, arteriosclerosis, cardiopatías y otras enfermedades.
Las clases duran entre media hora y una hora y media, según el profesor. Los precios varían: el costo promedio ronda los 100 pesos por reunión, pero algunos lugares ofrecen una clase de prueba a un costo más bajo o gratuita y luego cobran un abono mensual cuyo valor depende de la cantidad de clases. Pablo, en cambio, da clases en Parque Centenario a un arancel gasolero.
“Sin duda el tai chi representa uno de los aportes médicos y culturales más importantes que la antigua China ha dado al mundo moderno”, opina Mariano.
“Sin duda el tai chi representa uno de los aportes médicos y culturales más importantes que la antigua China ha dado al mundo moderno”, opina Mariano.
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